domingo, 29 de agosto de 2010

Ainadamar

Como hoy, el día era templado, caluroso para estos últimos días de otoño. Llegué a la ciudad por la noche. Llegué con la intención de no ver a nadie en particular, por eso y por otras cosas, no me preocupé por buscar alguna de las viejas agendas, cuadernos espiralados donde solia guardar anotaciones, números y nombres en birome. Primero, no sabria donde buscarlos, ya, en otros tiempos y bajo una crisis de nostalgia habia puesto la casa patas para arriba y no habia caido ni un solo papelito, una tarjeta, un dato. Revisé las guias telefonicas, carpetas de la universidad, facturas de telefono, gas, alumbrado, archivos en la computadora, correos electrónicos, pase por los libros y revistas de cocina, un viejisimo cuaderno de tapas de hule negro, no de tela de araña sino negro liso y brillante como la brea caliente y paginas de color amarillento, cuadriculadas en azul, plagado de recetas de cocina, recomendaciones de batido, donde comprar chocolates, cardamomo o jengibre fresco. Pero nada, no habia alli, ni un nombre de pila, un Tomás, un Alvar, un Casandra, ni rastros. Busqué entonces en el mueblecito de dos cajones de madera de roble de eslabonia donde solia guardar los documentos de mis padres. Alli si, un carnet del club universitario de mi hermano, unas estampitas de la primera comunión, un boletín de la Alianza Francesa, una libreta civica de mi madre y una libreta de enrrolamiento de mi padre. Nada mas. Ni un dato posterior a cuando cumpli 11 años.
Podria echarle la culpa a las sucesivas mudanzas, a mi recurrencia singular a caer en el desorden mas absoluto, pero el caso es que a mi pesima memoria le debia agregar mi falta de constancia por retener las huellas físicas del pasado. Tal es así que no habia conservado ninguna de las propiedades parentales, ni ropa, ni una planta. El documento tenia mas anotaciones de cambio de domicilio que votaciones en sus hojas.
Habia llegado con la convicción de que la ciudad no estaría esperando. Ciertamente habia cambiado mucho en estos largos años afuera aunque no estaba pelado, ni gordo, ni barbudo, ni sordo y casi se podria decir que veia perfectamente.
Entré al bar cuando recien eran las 9 de la mañana. El lugar recordaba pobremente como era 30 años atrás. Breves trazos de la arquitectura de principios del siglo 20, paleta italica. Una construcción hecha para mas de 100 años y esta, milagrosamente, estaba por cumplirlos. Se veia una intención de aggiornarse pero siempre dentro de una intencion de estética presumida. Un lugar para la clase media era y lo seguía siendo. Sillas tonne en grupos de 4 rodeaban las 30 o 40 mesas de madera oscura. Una ritmica hilera de patas de jamon, tal vez los mismos ya recordaba, marcaban el limite entre las mesas proximas a la barra de las que podian observar y ser vistos desde las ventanas.
- un café, por favor.
- Chico?
- En jarrito y cortado, si es posible
- Como no?. El diario señor?, tenemos La Nacion, Clarín, El Dia…
- El Dia podria ser…
Aproveché que la moza me dejaba un momento de tranquilidad para mirar por la ventana el local de la calle de enfrente. Alli estaba. Un edificio oscuro, tenebroso. El cerebro o mejor la memoria de muchas de las cosas que me asaltaban desde que bajé del ómnibus en una de las calles proximas al centro comercial.







- Muy bella, francamente me gustó
- Si?, me alegro. Viste la soprano que voz soberbia
- Ah, sabes que no frecuento la opera, pero esa mujer, realmente sostuvo el espectáculo, amen del autor.
- Sabés quien es?
- La cantante, no pero tengo el programa…
- El autor
- Golijov.
- Sii
- Recuerdo que era una familia conocida, si hasta creo que en el colegio una de las profesoras de musica tenia ese apellido
- De casada
- ¿?
- El goli es el hijo, en serio no te acordas?
- Para nada
- Te acordas del concierto de primavera, en el 75?
- Vagamente. Menti, pero la conversación ameritaba un punto de apoyo y arriesguè.
- El toco 3 piezas suyas en el piano
- Ah, si, un chico brillante. Era menor que nosotros no?
- Un año. Pero los rusos forman grupos de distintas edades. En mi grupo habia varios de ellos
- Y vos tambien
- Si, yo tambien.
- Ahora decime, que mas te gustó.
- Al principio la musica, pense, donde consigo esta musica para escucharla mas seguido, pero enseguida me atrapo el tema. Notaste que el hilo lo marcan tres mujeres, muy ruso eso.
- Margarita Xirgu, se me escapan las otras
- La Pineda y Nuria, tres epocas, la primera rebelión española, la segunda, marcada por la guerra civil y la tercera, latinoamericana.
- Cierto, una estatuaria, otra musa y actriz de teatro itinerante y la otra aprendiz de teatro.
- Y Federico?
- Garcia Lorca?, es para mi mas bien una presencia de sentimientos de voluntades, de intenciones
- Un fantasma, yo tambien lo pense
- No, no un fantasma, una representación de los valores, de la funcion del arte comprometido y a la vez emocional y sensible, humano. No es un fantasma, es casi el personaje mas humano de todos. Jugado, temeroso ante su muerte al final, valiente ante sus pares, hacedor de su propio destino.
Tenia bien presente al Niño Federico, de pantaloncitos color canela y al Poeta Federico de traje blanco cruzado, andar presumido y atormentado.
- no me gustó el tenor
- contra tenor
- bueno, no me gustó. El personaje le quedo grande, grande en los gestos, grande en el volumen de su voz, en cambio…
- en cambio?
- El falangista, si, me gustó, era un personaje completo y una síntesis sin abalorios.
-

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