lunes, 22 de julio de 2013

Me corriges

Olvídate de mis manos
que para tocarte solo necesito tiempo
deberías probar el aire tibio de la tarde
con su espesura de palabras sordas
dejar venir el calor del agua
en sorbos que dicen pocas cosas ciertas

Olvídate de mis palabras
que no han llenado tu vida sino con silencios
dejar de silbar entre lagrimas
las tonadas viejas como flores rotas
dejar venir el color del agua
en sorbos que dicen pocas cosas ciertas

viernes, 7 de junio de 2013

Tarde piastes

La ultima vez que estuve en la puna, el viento estaba detenido entre dos bocanadas de polvo y arena. Casa tiene. Una planta de barro y piedra, encalada sobre la que se cuelgan una ventana de cuatro vidrios y maderas de color de cielo y fondo oscuro, y una puerta abierta solo para amigos. Un chucho se encarga de eso.
El espacio entre la puerta y uno, no es mas que una cancha abierta, con una pirca de piedras y palos apurados en una linea que se quiebra cinco veces para cerrarse sobre si misma dejando toda construcción dentro. Me cuentan que las piedras vienen de lejos, las trajeron con mulas y llamas tal vez. Es que son tan viejas y pobres que no había camión que las transportara.
Parado desde la piedra un cuis pone su hocico al norte, allí donde si lloviera unas gotas una alfombra de flores nacería en un día o dos, hasta el próximo olvido. Hasta aquí casi todo, una queñua, unos trastos, ni tranquera.
En la casa vive ahora nadie, la vieja que la cuidaba se ha ido y sus cabritas se toman el sendero de la transhumancia a los cerros, pasando la salina, arriba, donde el aire se demora antes de irse para siempre.
Allá vive en una tapera de verano, cerco de palos y una vertiente que baja del cerro, tan diminuta como una lágrima que cae minuto a minuto, todo el día si no hiela. Es el único agua simple, sino, hay que caminar bastante.
Una tarde hace tiempo nos llegamos ahí con Fabián Cacivio, un tipo gordo y bonachón que respiraba profundo como si quisiera despertar de tremenda pesadilla. Fue juez en la provincia, en esa tarde no era juez, era un tipo que el camino había traído y lo había dejado a la orilla, casi por descuido. Enfermo, tomaba pastillas, grandes, chicas, largas, cortas, todas blancas. Esa tarde se equivocó una por otra y lo dejaron, conmigo pero no a mi cargo. Abandonado. Sin aire pero con plata, que aquí, aquí no sirve de nada, excepto para perder el tiempo, ese que transcurre a escondidas mientras tratamos de irnos de aquí a alguna parte.
Ya es tarde. El juez saca un atado de cigarrillos que se apagan si no pita y si pita tose, pero no se aguanta hasta que se acaban. Y entonces nervioso empieza a canturrear coplas que aprendió dice que en Purmamarca pero se olvida e inventa. Una suerte que no baile, sino se nos muere ahi nomás, con susto y morado. Es el amor el que lo ha traido tan lejos, llego tarde, y el amor lo ha dejado, de a pie, conmigo, que no soy buena compañia.

jueves, 6 de junio de 2013

La sopa, esa enfermedad que ataca por la noche

En la noche mas oscura, el frío húmedo se coló por debajo del abrigo y me sorprendió. He pensado mucho sobre este acontecer, sencillamente porque hace un buen rato que estoy en cama, en soledad, ensayando conductas saludables que no me lleven donde la vida queda en riesgo.
Para tanto?, uno nunca sabe. Una mala acción, esperar a que los demás sueñen mi sueño de estar sano, vivo, acompañado, feliz, un pasillo angosto de paredes luminosas, suaves de texturas volátiles en la memoria, otra mala acción y es dejar de estar aquí y ahora y no pensarme como si yo no fuera yo, sino cualquier otra persona, un personaje abrigado que sale a la calle a buscar, que, como, donde, pero fundamentalmente con quien. Quien será mi autor preferido, quien pasará 10.000 horas conmigo y se hará experto en mí, se enfocará en mi arte, ese que le es esquivo a casi todos, menos al resfrío, al sueño y a las ganas de amanecer sano, sin quedar de lado, sin ser políticamente correcto, viviendo del siglo pasado como si fuera este.
El sendero es el camino que junta la sopa y el resfrío, pero ¿cualquier sopa?.
Mi sopa es casi todo agua, tanta agua que el resto parece que sobra pero no, sin el resto no hay sopa. como yo, si no están el resto de uds, digo el resto, no despectivamente, los otros, el otro, la, esa. La sopa dice cosas, me, nos dice, burbujeando en la cacerola, de vidrio, de aluminio, metal, barro y hasta de plástico. Una sopa dice mucho de quien la hace, es la magia propia de los que saben decir con los sabores, unas palabras que están antes que las palabras, que aprendimos al primer llanto. Magia, una magia sin héroes ni magos, personas comunes que llevan la historia oral, tan oral que nos la comemos, de cada familia de cada presencia que importa.
Tal vez por eso la sopa sana. Nos trae la sanación tan preciada al juntarnos con quienes somos, sanos y enfermos en un viaje atemporal y sin distancias, muy de Einstein tal vez, porque la sopa no es indiferente al continente y quienes toman la sopa en el plato de extraños dibujos étnicos creen ver un acto profano, oculto, ajeno, y los que lo ven, sienten el aroma de los tiempos perdidos y las caricias acompasadas sobre el mantel de linoleo.
La sopa, oh, es un portal que nos permite viajar en el tiempo, no solo al pasado, a los sabores de la infancia o de un viaje que hicimos, no solo aqui, donde se siente el calor que brota a bocanadas del plato como un delicioso baño turco perfumado en un jardín en el cielo, sino tambien al futuro, dandonos la seguridad anhelada.
En algun lugar, aun entre los oceanos pacifico e indico, tan lejanos siempre, una sopa se hamaca entre olas sobre una mesa de madera algo rajada imagino y tal vez algo olvidada de grasientas substancias volcadas. Una mesa con grabados nombres de vaya a saber quien es el pedestal correcto para la sopa, aun para la mas ilustre de ellas, la boullabaise.
Ojala hubiera una boullabaise en mi plato o en mi olla, lo mio es mucho mas directo, campesino, honesto, una rotunda sopa de verduras a la que le falta un pedazo de conejo y unos nabos, pero es picante y sabrosa.  Todavía me acuerdo de la ultima vez que la comimos juntos y pensar que es solo agua y unas pocas cosas mas.

jueves, 3 de enero de 2013


Nadie sabe. Nadie sabe nunca. Nunca. Nadie sabe nada. A veces algunos especulan, suponen, hipotetizan. A veces, algunos, pero nadie sabe. Saber, lo que se dice saber, nadie sabe.
A algunos les interesa, a otros sólo los intriga saber qué pasa. Pero saber, ya se ha dicho, nadie sabe. O tal vez alguien sepa. Sí, puede ser que alguien sepa, pero ese alguien es una parte tan central de lo que pasa que nunca dice lo que pasa, ni siquiera da pistas.


viernes, 28 de diciembre de 2012

estaba aqui esperando nada
este año termina igual
dejandome ir como la musica que sonaba
pasando de automatico a manual
tratando tomar el control
viendote ir, cansando los caminos
podrias dejarme al sol



jueves, 22 de noviembre de 2012

Una casa antes que un jazmín

Era el perfume antes que la flor
Ha pasado tanta lluvia que hasta el frío se mojó
Una casa antes que un jazmín
siempre tuve esa obsesión de caracol
encontrar un lugar, un tiempo para soñar
Una casa muy linda con un jazmin en flor

miércoles, 17 de octubre de 2012

Un día en la biblioteca

Voy a encontrar el libro ese que me dice algo que imaginaba y que me hace sentir de un color distinto del que traia cuando lo abri.