Ayer nomás ... nos juntamos en la casa de la Vesícula Taoísta en City Bell, por dar unas coordenadas geográficas convencionales. Y digo esto porque por momentos tenía la sensación de estar en otro lugar mucho más distante de mi propia casa y mi vida cotidiana. Tal como nos había avisado el dueño de casa, cuando fuimos unos cuantos no fuimos pal fondo donde hay una construcción de madera, toda de madera con ventanas al jardín nocturno. Nos sacamos lo zapatos y nos sentamos en el piso -salvo una estadía corta del Jedi en una silla.
Salimos y entramos a fumar, y de paso miramos la luna, el jardín, los árboles viejos, una pileta - estanque que hay a un costado. No se imaginen un parque inmenso: todo tiene proporciones humanas, todo tiene la austeridad de las líneas puras, todo tiene la dimensión justa de lo que se usa y se vive, todo tiene olor a madera.
Desde afuera -las ventajas de ser fumadora compulsiva- se veía a la gente sentada, parada de a dos o de más, conversando y riéndose.
Se habló de todo: se hicieron planes para el 21 de diciembre, se habló mal de la gente, se habló bien de la gente, se habló de política, del pasado y de nuestro presente. Tomamos vino, tomamos mates, seguimos conversando, nos reímos mucho, nos pusimos serios, nos volvimos a reír. En fin, que la pasamos bien.
(Esto es nada más que una presentación de la cosa. Habrá otros -¿los habrá?- que sigan con la crónica o con la descripción, como en un cadáver exquisito)
sábado, 22 de septiembre de 2007
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