sábado, 2 de abril de 2011

Las siete puertas

Es en el dia cuando todo es mas lugubre y triste. El callejon de la calle Tres de Fierro, parece sucio y descolorido, con sus casuchas de paredes viejas y grises, faltas de cuidados, creo que en los ultimos 250 años.
Las cuidadosamente distribuidas piedras del pavimento reflejan aqui y alla el solazo del mediodia de otoño. No es mala estacion con sus suaves calores, sus vientos limpidos y su insipida melancolia. Sin embargo debo reconocer, es un problema. Demasiada luz, demasiado viento, demasiado otoño para el callejon.
Siete puertas se abren al empedrado sin vereda alguna que resguarde a los peatones de los vehiculos, ni cordon y apenas un arbol alto y desgarbado, 6 farolas, cables a ninguna parte rayando el cielo, el balcon, unas pocas propagandas del estado y la cruz que marca el lugar donde cayo Maria el verano pasado, herida de muerte mortal sin duda alguna.
Me contaron unos viejos paisanos del lugar que el callejón lleva en su historia la remembranza de un meandro del arroyo del Pescado castigado. Vaya nombre para un oscuro e insignificante y visitado paraje. Porque de agua el arroyo del Pescado catigado se habia privado hacia tanto tiempo que nadie recordaba ese tiempo y lo poco que llevaba lenta y cansadamente de un sitio al otro era la basura que le llegaba todos los dias, hasta que un día, un gobierno como cualquier otro, le hecho tierra encima, lo alisó, lo apisonó, tratando de que nadie supiera. Del agua, gracias.
El argumento fue que por ese lugar pasaría un simbolo del progreso, una autopista, un tren, una línea de comunicaciones pero solo pasó un político parlanchín que llegó en una limo gris plata, chofer, guardia personal, secretario con comunicacion inmediata con las urgencias de la funcion de su jefe, secretaria de cuidado repertorio, la policia, el juez de paz, doce vecinos, reclutados como apostoles de la acción pública, 5 de ellos niños de corta edad, una pelota de futbol, guantes de arquero y unos presentes para repartir.
Ademas, le daba color a la ocasión seis grandes globos de color rojo que recordaban la proximidad del año nuevo, mismo color de las brillantes ropas de una banda de mujeres que no alcance a escuchar para proteger mi escaso gusto musical de nuevas degradaciones. Vi la suelta de globos a lo lejos. Así me contó, mientras barría la vereda Don Alejandro, abogado de profesión, hombre de buenas costumbres pero entre las que cultivaba mejor era evitar visitar a los amigos aunque lo invitaran.
Lo extraño y singular del caso, siguió sin inmutarse Don Alejandro, es que a primera hora del día siguiente llegó una camioneta blanca, pintadas sus puertas con letras claras de color azul, "Hidraulica". Dos hombres se bajaron, recorrieron todo el lugar, uno, volvió al vehiculo y con una pala, excavó. Tiene que estar por aquí, masculló el otro. Esto no puede ser, se han robado el arroyo. Pero era. Lo buscaron por todas partes, no habia por supuesto ni un aguas arriba ni un aguas abajo, no habia rastros de la orilla ni de los peces, nada, esfumado en el aire. Como buenos funcionarios no se atrevieron a preguntar, sino, les habria dicho como le digo a usted que vea, tiene buen oido.
Llamaron a la central, llego la jefatura y luego de volver a verificar los hechos y mascullar contra la inseguridad en la certidumbre de que los vecinos y curiosos no los escuchaban, se resignaron. Habia que llamar a Economía, el robo de arroyos no es un delito pero forma parte del capital de la nacion y eso debe saberse, ponderarse, calcularse y descontarse. El Producto bruto caería ese año y sería muy vergonzoso explicarle al FMI que fiscalizaba que hacia o dejaba de hacer el gobernante de turno, que les habian robado un arroyo: Punished Fish Creek o algo asi.
El Jefe de Gabinete le encargó a la Gendarmería que revisara la zona, que la pusiera de cabeza si era necesario pero que apareciera el arroyo. Todo en vano, el arroyo no lo encontraron. Tuvieron que cambiar mapas, planos, cartas topograficas, nombres de calles, libros de historia (alli se habia quedado empantanada la carreta que se utilizó en la filmación del Santo de La Espada, una espantosa caricatura del procer patrio, obligatoria para los escolares de esa época), todo para concluir que el arroyo del Pescado Castigado no habia existido jamás.
Al día siguiente, se montó un obrador, llegaron maquinas, materiales, un pasisajista, un arquitecto, un director de cine retirado y en poco tiempo, casi sin quererlo, apareció el callejón.
Cierto es que el callejón tiene siete puertas, que sobró una porque hicieron mal los calculos, que las plantas que reclamó el paisajista fueron destinadas a la casa del arquitecto y que el obrador se quemó hasta los cimientos justo el día en que todo estaba para la inauguración. Lo dicho, no hubo entonces inauguración, todo transcurrió en el silencio mas absoluto, el silencio de un callejón vacio, muerto, quieto.
De mas esta decir que no pasó una semana que aparecieron cuatro piedras en grupos de a dos, separadas a una distancia de unos tres metros y a unos veinte pasos un grupo del otro. se puso la pelota en el medio y se inauguró el potrero con el aval de Don Alejandro que puso unos pesos para que pintaran las líneas y pusieran por lo menos un farol para que no se robaran todo. Fue un gesto inutil, al tercer día se habian llevado las piedras, las cuatro. Solo quedaron las lineas, agarradas al suelo, con angustia hasta que tambien se las llevaron. Los vecinos insisten en que el viento y la lluvia pero todos saben que no es la unica explicación.

2 comentarios:

laura dijo...

parece que parece un cuento chino, pero no, súbitamente se nos aparece don Alejandro y nos dice que las siete puertas están en alguna ciudad perdida de la triste Argentina. Las tristezas de la patria se funden en las tristezas de las patrias, de las cientos de patrias que pueden existir por allí.
Cuentos chinos era una manera de decir mentiras en la Argentina de los sesentas. Pero los arroyos perdidos en los vericuetos de las minas a cielo abierto no son cuentos chinos en las horas que transcurren, en el preciso instante que se presiona esta última tecla.

Javier dijo...

las minas a cielo abierto, suena atractivo, estarán buenas?, seran simpaticas?, uf, si son argentinas seran vuelteras.