martes, 7 de octubre de 2008

Agradeceres

Tres fuegos en la camisa.
El hombre iba por ahi como si tuviera una sonrisa pendiente. Tragaños.
Desde la mañana las mujeres martillan en las construcciones vecinas sin descanso. El viento les vuela el traperío fantasmal, olores de carne turbia. No hace calor pero si es como si hiciera tanto calor que las telas se pegan al pecho como mariposas y las manos, las manos se retuercen y caen y caen y caen. En la obra el telar sube y baja. Hace frio, el viento trae noticias de clavos y piedra. Cae la tarde, sin mosquitos, sin pajaros sin nada.
Un fuego en el cuello recupera el sabor de la madera en el terso cuerpo del vino, Utopia, casi te caes, querida!. No tengo pie y caigo.
que no podría hacer sin una pequeña ayuda de mis amigos, esta escrito entre surcos de vinilo. Bailar hasta que salga el sol?, beber hasta morir?,
Tres fuegos en la camisa.
El dolor en la espalda es como un poyo atronandole sus escritos en el oido. La casa esta vacia. El que todos se hayan ido es como un anticipo de lo que se anuncia, el fin de los tiempos en comun, la comunidad se disgrega, hasta la luz se vuelve mortecina y parece consumirse, absorta en la oscuridad de una puerta anteabierta.
en la cocina, los enseres sin terminar de limpiar esperan todavia a que les preste antención. Me cuesta adaptarme a vivir solo, siempre me costo, soy un solitario gregario.
he notado que a la gente no le gusta y le intranquiliza lo ambiguo, no es mi caso, ante hechos incontrastables e incuestionables desconfío, adoro los numeros imaginarios, las series, los conjuntos abiertos, las personas simples. De los intelectuales he aprendido a reconocer la monotonía, el prejuicio, la tozudez y la negación, el alarde y la irreverencia liviana. Pero no todos,
Tres fuegos en la camisa y uno que casi se apaga en la boca de mi estomago siento esa sensación acre de la mala comida, el amor transado, el vino solo.
en el fondo de la heladera quedan, como breves tesoros del ayer, un poyo congelado, unas naranjas y jenjibre. Suelo tomar del jenjibre y la menta que crece en el jardin un agua con cascaras de limon para pasar los calores densos del verano. Esa menta viene de muchos años atras. Cuando era niño, Azucena una joven que trabajaba en casa de mis padres nos regalo una comida de su familia como un gesto de amistad; kebe crudo y kebe cocido que cocino ella misma, frente a nuestra curiosa mirada. No recuerdo mucho mas, excepto que era menuda, de cabellos lacios oscuros como su piel aceitunada y una voz alegre, fuerte y cierta, nada mas y solo me queda el recuerdo y el olor profundo de una menta que es distinta de toda otra.
tres fuegos en la camisa, manchada de sangre.

1 comentario:

laura dijo...

tres fuegos en el pecho, que son como tres heridas -la de la vida, la de la muerte, la del amor.
me gustaría poder decir algo de los intelectuales sin que me explotara en el rostro, como una granada, el término falsaria.
a fuerza de evitar el sufrimiento, sólo me queda el goce de estar triste.
y si lo nítido hastía, lo ambiguo obsesiona. y la obsesión también hastía.
con tres heridas yo. la de la vida, la de la mueerte, la del amor.