martes, 9 de septiembre de 2008

Asamblea

Al viejo nunca le simpatizaron esas formas de no hacer. Para el, las asambleas no tenían ni por mas que se le de vueltas al asunto, razon de ser, utilidad pública, rentabilidad, destino. Claro, si parece que se chocaran las ideas sin salir torpemente del cuello de botella que le imprime eso que llamamos panico escenico.
Agarradas las ideas como los pocos pesos que me quedan en el bolsillo, enamorados de las pelusas que se juntan allí donde llegan los dedos solo cuando los nervios de decirle al deseo que uno la quiere y que esos pechos rabiosos de tanto esperar, saben a la papaya verde de los cines de enero.
Las asambleas mas primarias que recuerdo ya ensayaban las letras de los que meten los garfios, arrasan, apropian, escupen y sudan sin saber porque. Las asambleas mas primarias que recuerdo se armaban - porque se armaban, no eran una cosa negociada, diseñada, pergreñada - cuando la bocha se ponía en juego y uno paca y otro paya decidia si el partido era equilibrado o sobraba. Carasa era uno de esos. No me extraño que despues se fuera por donde se fue.
Pero esas asambleas eran funcionales, urdidas por los incipientes lideres fundamentales del potrero, el playon de tierra con o sin arcos, de inspiraciones carentes de oxigeno que rebotaban esperanzadas.
Las segundas asambleas no tenían una utilidad inmediata o si?. El lugar era un salón rectangular de casi dos plantas porque si bien tenia una planta alta no era esta mas que un pasillo casi una cornisa con unos ventanucos al fondo desde donde aquellos que no se nombran y medran en la obscuridad con la asquerosa apariencia incierta de los mosntruos de Lovecraft, esperan. Esperan a que uno se descuide, pierda el silencio, se deslice sobre su humanidad y quede expuesto. Ahi está, anotalo a ese, el de pelo largo y chaqueta verde, detrás del piano. Sacale la foto, no, no se puede, lo tapa el gordo, ese gordo puto, correte mierda. Y se salvó.
El gran salón no era el mas grande pero tenía butacas, quietas en el suelo sobre resortes y cueros duros, gastados de tanto tano bruto y gallego atravesado roncando. Y las ventanas abiertas, atentas a disparar la fumata al cielo urbano, particulares fumatas, rojas, verdes, blancas fumatas de bosque incendiado.
Me llevó unos 30 años descubrir algo, algo importante, visible, oneroso, cobarde que en ese momento no noté, entusiasmado como estaba en construir mi mundo, Y esos tipos singulares, iconicos como icaros en el ruido de las voces quietas, nombres que vienen a la memoria, memoria que viaja a las nostalgias. Detrás los temores, los amores, destinos inciertos, algunos truncos.
Empecé a darme cuenta de que todo era incierto. Todo se cambiaba. Todo como nada como si nada era un movimiento en movimiento. Buscar la identidad en la acción, peces en el agua, encontrar el sentido de la accion, a babor!, poner en accion la identidad, paciencia en calma chicha.
En el rio de la plata no hay plata. Misterio de ladrones que vienieron por lo que no habia y se llevaron todo a ninguna parte.
En el colegio nacional una nación dio paso a otra y a otra mas, sin cambiar ni una coma. El patio no se presta!, el cielo sigue siendo azul y blanco como si Belgrano ayer nomas lo hubiera descubierto.
De esas cosas, nunca. pero nunca se hablo en la asamblea, ni de los padres sin empleo o con pocos pesos, ni de la piel suave que miraba de tan cerca que mi beso tropezó con su mirada y tosí.
Puede uno ser tan pelotudo?
Si hoy hubiera una asamblea (vengo de una, soy un asambleista consuetudinario si es que esa palabra dice lo que quiere decir), me haria el pelotudo, le daria el beso y no le pediria disculpas, para que? esta de mas.

La ultima asamblea en la que estuve fue en lo de laura, el flaco humeaba con sus cigarros venecianos mientras mi mente naufragaba como si ya no quisiera saber mas. Abajo la calle de los suspiros recuperaba su nombre.

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