martes, 11 de marzo de 2008

Navegar es preciso 4

Entrada de Villartaichi
Heme aquí de vuelta, después de semanas de viaje con amigos entrañables... No, paren, paren... fueron una noche y 2 días, nada más! ... ¿Porqué las huellas de años en el pecho, entonces?
Felicidad es la palabra más a mano que encuentro para resumir estos días
embarcado con estos desconocidos entrañables, con este grupo de flamantes amigos de toda la vida. Uno de los grupos más heterogéneos y compactos que he habitado, donde la complicidad tácita es una sustancia invisible de filamentos luminosos que atraviesa años y profesiones e historias de vida entretejiendo momentos imposiblemente perfectos, por lo profundos, por lo intensos, por lo absurdos y surrealistas, por lo descaradamente ciertos.
¿Se le puede poner un nombre a semejante fraternidad, porque qué sino fraternos fueron los abrazos de despedida, las risas del encuentro, las carcajadas interminables de 2 días embarcados en la utopía?
Gracias a La Cofradía De La Goleta, por este grupo de pertenencia tan real y profundo, tan inexplicable.
Y la Cofradía no abarca sólo a los 20 irresponsables que zarpamos en ese viaje iniciático entre Chandon y trombas, sino a todos los que internamente se embarcaron con nosotros este fin de semana, y por algunas de las tantísimas razones que había para que fuera imposible realizar este delirio, no pudieron sumarse físicamente.
Siento que El Gringo quedó enclado en Rio Santiago, pero la goleta sigue y seguirá su curso con todos nosotros a bordo, porque ya nadie piensa bajarse,
y en diferentes lugares, cada uno en lo suyo, nos sabemos embarcados de aquí en más en este viaje de compartir la vida, además de con los íntimos, con este otro montón de íntimos aparecidos de la nada por obra y arte de alguna historiadora loca que tiró la primer piedra, y que contó con la terriblemente sabia insensatez que nos dieron los años para empezar a disfrutar esas cosas sin precio, como sabernos queridos por quienes queremos, como saber que contamos con unos cuantos viejosamigosnuevos.

Gracias a todos por las confesiones de profundo afecto, dichas con palabras o con cálidos silencios, gracias por sumar nuevos brillos a los brillos cotidianos. Gracias por demostrar que lo imposilble puede hacerse trizas, y que todo está por descubrir, ahora como cuando teníamos 20 años, con la ventaja de que, ahora sí, de lo posible se sabe, sino demasiado, lo suficiente como para saber disfrutar las utopias.
Gracias por haber metabolizado tan bien el paso del tiempo, volviendose tan sabios e interesantes todos. Gracias por este grupo de hombres y mujeres sin tiempo que se embarcan con la cabeza y el corazón abiertos de par en par y me hacen sentir inmensamente rico y me nutren en cada encuentro.
Gracias a un Ale por tan bello resumen de la aventura. Gracias al otro Ale por proponer lo que desde el principio sonó a locura irrealizable. Gracias a todos porque la nostalgia ya se hizo a un lado para dejarle paso a este presente arremetedor que nos arrastra con las velas hinchadas. Gracias a los tremendamente queribles locos que viajaron kilómetros para estar en el viaje.
Gracias a los amigos de la infancia, hoy del presente. Gracias a los amigos del presente con los que hasta hace unos meses sólo habíamos sido testigos mutuos de nuestras juventudes. Gracias a todos y cada uno de los seres queridos con los que estoy compartiendo este increíble viaje.
Gus Villar.

1 comentario:

laura dijo...

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